viernes, 27 de abril de 2012

Miradas


 “¿Quién eres?”, me pregunto al mismo tiempo que lanzas una mirada a través del vidrio.
Estás sentada sin saber que al observarte me siento temeroso como un hombre primitivo ante el fuego, aunque trato de ocultarlo con mi cara de nada.
El fierro suda en mis manos y el calor satura mi cabeza. Cambio de mano y de paso la canción.
Otro pasajero.
Dejas la panorámica que te ofrece la ventana y diriges tu vista hacia adelante, hacia mí (o por lo menos eso intento creer) y entonces ocurre aquel acontecimiento del que estoy comenzando a hacerme adicto: mantenemos contacto visual por una milésima de segundo antes de que bajes la vista, agarres el mechón de cabello que cae por tu cara y lo peines hacia atrás llevando tu mirada nuevamente al vidrio.
Yo miro arriba y abajo tratando de hacerme el interesante, pero no. Supongo que no sabes ni mi nombre. Así es la vida.
El tiempo avanza y sigues escapándote a las 13:45 por la puerta trasera demostrándome que ni siquiera soy un obstáculo cotidiano al que tienes que empujar para ganarle el asiento.
Soy solo un pensamiento que entra sin tu autorización a tu cabeza y juega por un momento a vivir una historia fantástica y casi imposible para luego salir disparado ante razones que son y que, probablemente, serán un misterio hasta el final de mis días.
Estás afuera esperando a cruzar mientras continúo observándote desde el interior, buscando tu respuesta y aunque sé que nunca me la darás… estoy tranquilo ya que puedo estar seguro de que al día siguiente volverás a subir y sentiré el placer de que nuestras miradas se crucen.
Cambio de mano y de paso la canción.

lunes, 9 de abril de 2012

La carta al director que nunca salió a la luz


Señor director:

Muchas veces, como más de alguno de los alumnos del establecimiento, he sentido la necesidad de buscar asistencia médica al sufrir de algún malestar de salud. Lamentablemente no siempre he encontrado dicha ayuda, principalmente porque no hay nadie realmente capacitado para brindárnosla (y si hay alguien su aplicación y colaboración es casi nula).
A lo anterior se suma la precaria instrumentación de fármacos y con esto no quiero decir que deba haber medicamentos totalmente rebuscados y caros, sino que sería conveniente que se constara con un surtido numeroso de los más básicos y efectivos, que por desgracia siempre “se han acabado” cuando he tenido la oportunidad de acudir (directa o indirectamente) a las dependencias médicas del colegio.
A pesar de que para muchos la situación pasa inadvertida, creo que una enfermería bien estructurada, más que solicitarla, debemos exigirla y que es una obligación por parte de la administración entregarnos un servicio con personal rápido y capacitado además de indumentaria constante y de calidad.
Creo que no es necesaria la presencia de alguna ley que obligue al establecimiento a lo anteriormente señalado, basta con recordar que posee el sello de calidad (que es presumido en reiteradas ocasiones) y supongo que es más que suficiente para que se tomen medidas en el asunto.

Atentamente:
Felipe Valenzuela, alumno disconforme con la enfermería del colegio.

Creo que a "alguien"  le molestó un poco que un insignificante individuo se fijara en un punto totalmente descuidado del establecimiento y prohibió la publicación de este documento.